Guadalupe López
Estar en este sitio es tener el privilegio de pisar una tierra donde hace miles de años fue trabajado por hombres que en sus manos tuvieron esa planta que cambio el rumbo de la civilización al volverla nómada.
Es involuntario que el cuerpo sienta una ráfaga de emociones. Irónicamente, cuando actualmente visitamos la cueva del maíz, nos llena de tristeza pensar que su existencia peligra porque al no existir un cuidado especial está a punto de desaparecer, claro, este sitio es la cueva del maiz.
Es que desde que uno se aproxima a la población de Coxcatlán, hay un letrero que orgullosamente la anuncia como “Cuna del maíz”, esto en relación de que en Coxcatlan se encontraron los primeros vestigios del cultivo de este grano.
Coxcatlán, su nombre proviene de la etimología azteca, "cuzcatl", sarta de joyas, piedras o gargantilla de cuentas; "tlán" cerca, junto (lugar); Cozca-tlán, esto es “Lugar de (los que usan) collares o gargantillas”.
Se han realizado estudios arqueológicos que confirman la existencia de comunidades aldeanas dedicadas a la agricultura hace 3000 años a.C.
A unos cuantos kilómetros del sitio exacto del descubrimiento que Mc Neish hiciera hace años, los pobladores de la comunidad de San Rafael Coxcatlán vigilaban cual gendarmes el paso a esta cueva, aún así también las autoridades de esta cabecera municipal tratan de llevar un registro de las personas que acuden a este lugar y otorgan un permiso gratuito, pero la realidad es que ninguno de los habitantes de San Rafael piden un documento a los excursionistas que por casualidad se enteran del lugar exacto donde se encuentra este cueva.
Agustín Tejeda, fue uno de los pobladores de la región y ex alcalde de esta población que colaboró en las investigaciones que realizó Mc Neish en la década de los 70`s, en esta investigación la cual además de los olotes de más de 7 mil años de antigüedad, los arqueólogos encontraron otro tipo de material, como puntas de flecha y machacadores de piedra.
Tras el final de la investigación, el INAH no hizo nada para proteger el lugar, por lo que se cree que mucha información se ha perdido en los últimos 40 años.
El sitio exacto de la cueva que dio origen a la vida sedentaria se encuentra al pie de una barranca, al norte de un Cerro llamado “Agujerado”, que se localiza en la falda de la Sierra Madre Oriental; mira al norte y esta al centro de la base de un acantilado aproximadamente de 200 metros de largo y 50 metros de alto.
La cueva es larga y estrecha, de 30 a 40 metros de longitud aproximadamente y de 2 a 11 metros de profundidad, 500 metros antes de llegar se localiza a simple vista, este lugar tan majestuoso. Para alcanzar el mencionado sitio arqueológico, el visitante tiene que recorrer un camino de terracería que a cada kilómetro se torna más estrecho y complicado, y que carece de señalizaciones, salvo los letreros que hacen referencia al sitio arqueológico que en sì corresponden a la Reserva de la Biosfera Tehuacán- Cuicatlán.
Al llegar a la Cueva del maíz, la única señal de que se trata de algo más que una irregularidad en el cerro es un endeble barandal rojo de un metro de altura, indicando que ese lugar, que puede parecer solitario y abandonado es más que roca, tierra y maleza, y es que para todos aquello que conocemos un poco de la historia y como nuestros antepasados dieron terminada una vida de viaje sin hogar, podremos apreciar la belleza e importancia que tiene este lugar que pareciera se un hueco.
De manera más precisa, la caverna corresponde al ejido de San José Tilapa, del cual depende el propio San Rafael y la inspectoría de Guadalupe Victoria, poblaciones muy pequeñas y que pocas personas prestan atención al pasar en sus vehículos por la carretera de Teotitlan- Tehuacán. Para evitar el saqueo de plantas, animales y la tala ilegal en la zona, el ejido cuenta con un comité de vigilancia, formado por los propios pobladores de ambos municipios.
Sin embargo, para la protección del importante sitio arqueológico y sus piezas el mencionado comité no cuenta con ningún respaldo, tal vez por no conocer su valor histórico. Algunas de las piezas que se conservan en San Rafael se dice que están en poder de familias del lugar, entre las que destacan figuras talladas en piedra con diferentes motivos prehispánicos y que si alguien desea verlos puede acudir con algunas de las familias y poder ver todos los “chantiles”, como son conocidos los restos de pertenencias de nuestros antepasados.
El Director de la Casa de la Cultura de Coxcatlàn, expresa que se ha pedido ayuda a diferentes organizaciones, como el INAH, la cual hace varios años hizo una ardua investigación en este lugar, pero hasta el momento no han tenido ninguna respuesta, y es que tampoco se cuenta con una capacitación para los pobladores de la región o para una persona en especifico puedan hace recorridos guiados a dicho lugar, y ofrecer información precisa para que la gente al final no solo diga “¿Camine tanto para este hueco?”
Lo único que la Casa de la Cultura y las autoridades de Coxcatlán pueden hacer es continuar con el registro de visitantes y la expedición de permisos como hasta ahora.
Aunque esto no garantiza la integridad física del lugar ni la difusión de su importancia histórica para Puebla y el país, y es que los propios pobladores desvalorizan la importancia de este lugar, y cuando acuden visitarlo maltratan este patrimonio, poniendo letreros como: “Aquí estuvo X persona” o nombres de enamorados y cosas así, que sin darse cuenta de que dañan este importante sitio arqueológico, todo esto porque no existe nadie que en realidad vigile este lugar, también se puede encontrar latas de comida, bolsas de basura, etc; solo hace unos meses el lugar se encontró vigilado por estudiantes de la UNAM, que acudieron pare estudiar las plantas y animales de esta región y que de paso cuidaban un poco el lugar.
Tras conocer todo esto surge la pregunta: ¿Cómo es posible que un sitio que es la base de la civilización pueda estar abandonado, teniendo como únicos guardianes las rocas, la vegetación y animales? Debemos hacer algo para rescatar nuestra esencia, no dejar que se pierdan nuestros pilares, como son la cultura y sitios que aun la conservan desde hace miles de años.