miércoles, 15 de julio de 2009
Don David, en cada árbol, una enseñanza de vida
Maite Lozano
Tras cruzar el umbral de la UPAEP dan la bienvenida los árboles y sus figuras que, aunque bellas, no son precisamente formadas por la naturaleza. Van guiando en el camino del estacionamiento hacia la entrada de la universidad un pingüino, un pavorreal y hasta una cruz. Formas adoptadas por los árboles que han dejado de ser simplemente de ornato, al menos para su creador Don David García Moreno.
Don “David” como se le conoce, durante más de 8 años ha sido jardinero de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla. Para él todas esas figuras tienen un significado distinto al que, seguramente, cualquiera se pueda imaginar. Porque además de ser la carta de presentación del colegio ante sus visitantes –como dice él- son el espejo a través del cual quiere transmitirles a los alumnos, que hasta lo más simple en la vida, requiere tener un plan de trabajo, pero sobre todo hacerlo con mucho amor.
Alegre como él, su bicicleta suele lucir adornada de acuerdo a la temporada, ya sea con una bandera o un motivo navideño, pero en épocas como ésta, en que no hay nada que celebrar, porta en la parte trasera sólo una lona de apenas un metro cuadrado que anuncia vivazmente al Jardinero David, quien cada mañana llega a las 6 a.m. a trabajar únicamente con el sol como testigo.
Aquella cálida mañana Don David lucía distinto, a pesar de la áspera sensación en sus manos y el rastro de tierra en sus uñas que revelan su diaria labor. Andaba muy bien peinado y cambió sus gastadas botas de plástico por boleados zapatos, su desteñido pantalón de trabajo por uno formal yreluciente, y una playera tipo polo color vino en la que lucían orgullosos del lado izquierdo, cerquita del corazón, el águila y las iniciales que le distinguen como miembro de ese lugar al que él llama su “segundo hogar”.
Tal atavío lo merecía el retrato conmemorativo del 25 aniversario de la UPAEP. Después de la tardada sesión de fotos, se quedó como siempre alerta en la explanada del colegio y fue así que sus ojos vigilantes dieron conmigo cruzando la cancha de enfrente. En seguida vino hacia mí impulsado por las ganas de echarse esa platicada que habíamos acordado.
Eligió para conversar la última banca detrás del pequeño jardín improvisado por él mismo dentro de una fuente que si bien no logra ya que brote agua, ha sido el manantial por el que emanan vida y colores desde las raíces de sus entrañas. Así como nacen de él los sentimientos que lo llevan a cuidar de la naturaleza como de su propia vida.
Sentados en esa banca, comenzó esa charla, bajo la sombra de uno de los flamboyanes que sirven como guardianes de un recinto del saber que guarda más que conocimientos teóricos, también historias de vida que enseñan lo que nadie en un salón de clases puede aprender.
Don David es originario de un Lugar de Águilas, Huautla de Jiménez, Oaxaca, conocido pueblito de la sierra mazateca. Su primer trabajo fue en Guanajuato. Posteriormente trabajo en “el centro coordinador del turista del ine” en la ciudad de México donde aprendió a hacer figuras en los árboles y en 1985 llegó a radicar Tehuacán, después del terremoto.
Eligió esta ciudad porque le permite estar más cerca de su familia y además no tiene tanta contaminación.
Aquí trabajó por primera vez en una maquiladora empacando las prendas, después en una purificadora de agua al mismo tiempo que hacía trabajo de jardinería en las casas, oficio con el que aún continua en su tiempo libre, y que la ha permitido darse a conocer.
“Siempre me han gustado las plantas”, dice sonriente, y con ese amor por la naturaleza llegó a la UPAEP a inscribir a sus hijas y de paso a ofrecer su trabajo de jardinero al entonces director del plantel el Ingeniero Antonio Ramírez Castellanos, quien lo contrató.
Ya tiene ocho años siendo el jardinero de la UPAEP. Después de darle gracias a Dios por haber encontrado su actual trabajo, don David, con la mirada fija hacia la mía y mirando a nuestro alrededor cuenta que cuando recién comenzó a trabajar en la universidad “los árboles ni se sabía que figura tenían…” y él llegó a cambiar todo con su trabajo que invariablemente hace con amor.
Ese amor que le ha llevado a tener la camiseta bien puesta y afirmar que “la universidad UPAEP es buenísima en toda la república”. Además está tratando permanentemente de contribuir con la causa pues Don David se ha dedicado todos estos años a cuidar y embellecer con sus figuras en los árboles para que quienes conozcan la escuela se queden con una buena imagen”…y así lleguen más alumnos a inscribirse”.
Al mismo tiempo pretende que esa imagen que él le da a la universidad ayude a que a los alumnos les de de gusto ir a estudiar ahí, que aprovechen el tiempo y la oportunidad que les están dando sus padres para que salgan adelante. Y por si eso no es suficiente, con esa actitud siempre positiva, también les da ánimos a los estudiantes porque algunos llegan a media carrera y se aburren. Es entonces cuando el jardinero les dice “… me da gusto que ya no más te faltan 2 años, ya échale más ganas…. Ya llevas la mitad”
Es por esas razones que todo alumno o ex - alumno de la UPAEP identifica a Don David y gracias a Dios - dice- en algunos a conseguido buenos amigos, que hacen que se emocione cuando lo saludan en la calle. En esas ocasiones suele felicitar a aquellos que ya están trabajando y les aconseja darle gracias a Dios por lo que les ha dado, pues así no les faltará nada.
Porque para él delante de todo lo bueno está Dios, todos los días al despertar rezando un Padre Nuestro “se recomienda al señor”. Del mismo modo que lo hace al terminar el día mientras se encuentra ya en su hogar descansando, por haber logrado su trabajo con éxito gracias a la guía celestial del señor.
Después de la jornada laboral de regla, se dedica a hacer trabajo de jardinería en casas particulares. “Yo me encuentro aquí en Rancho grande, ahí está mi domicilio, donde me pueden encontrar. El jardinero David, arboleda 554 B en rancho grande…” Así se anuncia el mismo cuando se le presenta ocasión, pues necesita de ese pasatiempo – como él le llama - para obtener un poco más de dinero porque tiene sus responsabilidades, y aunque dice que es una ventaja el seguro médico que le da la universidad, el salario mínimo que ahí gana ya no alcanza para darle más apoyo a su familia, como el siempre ha querido.
Sin embargo a él le gusta “darle más” a su labor en la UPAEP. Y aunque cree que hace falta que el director le reconozca más su trabajo “…porque – piensa que- a veces con tanto trabajo ni cuenta se da” aunque esto no merma su animo y a diario demuestra lo mucho que le gusta su hacerlo sin necesidad de que su jefe le diga algo, porque para eso es el jardinero.
Ilustre jardinero que tiene su propia lógica, no nada más hace las arregla los jardines así porque sí. En la parte trasera de la universidad “le dicen campo… por eso tengo animales” y en el estacionamiento tiene diferentes figuras para que se distinga entre ambas partes de la escuela.
Todas sus creaciones le han costado un gran esfuerzo, pero como él dice que en cualquier trabajo que se haga con paciencia y amor, todo es posible. Tan es así que ya se las anda ingeniando para hacerle a los árboles figuras de personas, con ayuda del internet, pues en la universidad le están enseñando a utilizarlo y de ahí quiere sacar nuevas imágenes. Ha pensado en hacerle la figura de la Virgen de Guadalupe al arbolito que por ahora es un pingüino – dice señalando hacía donde se encuentra ese árbol-, al frente de la entrada para que todo aquel que entré reciba su bendición.
Así como la que el jardinero David recibió el día en que nació, que lo orientó para volar por distintos tiempos y lugares que llevaron a aterrizar finalmente en ese nuevo Lugar de Águilas, su segunda casa, su alma mater.